Se trata en este caso de la historia de El ferrocarril de Cortes a Borja, de poco más de diecisete kilómetros de longitud y de vía métrica. Alfonso Marco, ferroviario, historiador y colaborador de Vía Libre y otras revistas del ramo ferroviario, vuelve sobre este ferrocarril que afrontó en una primera publicación hace ya varios años, ampliando ahora contenidos. A pesar de su escasa longitud y su no muy larga existencia, 66 años, este tren consiguió acercar el progreso a las poblaciones que conectaba desde la lejana fecha de 1889. Ese progreso lo abanderó este ferrocarril y otros que surgieron cerca más tardíamente como el Sádaba-Gallur hasta comienzos de los años 30 del siglo pasado, tiempo en que comienza a cambiar el transporte para decantarse hacia la carretera que empezaba a verse favorecida al amparo de la Ley de Firmes Especiales, puesta en práctica a finales de la década anterior por el gobierno de Primo de Rivera.
Como dice el autor del libro muy acertadamente, el apodado Borjica funcionó mientras fue útil. Concretamente se cerró definitivamente el 7 de abril de 1955. Curiosamente es ese mismo año cuando se ponen las bases para la alta velocidad ferroviaria tras los ensayos en Francia con dos locomotoras eléctricas lográndose los 331 km/h en pruebas. No tenía sentido ya emplear casi una hora para recorrer los poco más de diecisiete kilómetros de la línea.
Siendo el más corto de los ferrocarriles aragoneses de vía métrica cabe pensar que su historia se puede contar también brevemente. Sin embargo es un gran acierto del autor el analizar esta línea de vía estrecha también desde una vertiente humanista perfectamente hilvanada fijando en la memoria colectiva la pasión de unas personas en Aragón por viajar más allá de su horizonte.
Material móvil
El relato no sólo se hace ameno, cosa que el citado autor ya nos tiene acostumbrado en sus múltiple artículos, sino que además es interesante también para los que se fijan en la vertiente técnica del ferrocarril con las descripciones del material motor y móvil y sus intentos de hacer frente a la competencia creciente de la carretera con los autovías. Particularmente curiosa es la historia del tractocarril.
No sólo hay explicaciones técnicas relativas al ferrocarril sino al desarrollo fabril de poblaciones del entorno como Gallur y Alagón unidas con Cortes, una de las cabeceras del ferrocarril, mediante el famoso jugoducto.Se detallan también los intentos de sacar a flote la línea agonizante aumentando el ancho de vía, como el ferrocarril próximo de Tudela-Tarazona e incluso una posible electrificación.
En el aspecto humano, antes citado, hay que mencionar la película Nobleza Baturra, estrenada en 1935. La famosa escena protagonizada por Miguel Ligero del baturro en el burro al paso por la vía y el tren que se aproxima silbando para que se aparte a lo que el baturro replica aquello de chula, chufla, como no te apartes tú…
(Fuente: Vía Libre)